Si has comprado brócoli y no lo has usado todo, congelarlo es la mejor opción, ya que puede durar hasta un año.

De hecho, muchas veces vamos a las verdulerías y no siempre tienen el producto que buscamos. Pero en el caso del brócoli esto no es un problema: nuestra crucífera favorita, bien congelada, mantiene todas sus propiedades.

El brócoli es una hortaliza deliciosa y altamente nutritiva que está llena de beneficios para nuestra salud. Incluirlo en nuestra dieta es una excelente forma de consumir fibra y antioxidantes, necesarios para mantener nuestro cuerpo en buen estado.

La manera ideal de ingerirlo es fresco, pero muchas veces nos vemos en la necesidad de congelar una porción para usar en otro momento.

Aquí te explicamos el proceso de congelación del brócoli para hacerlo correctamente y poder disfrutarlo como si estuviese fresco.

1.-  Limpiarlo bien con abundante agua fría con sal. Previamente le habremos quitado todas las hojas externas. Este proceso de limpieza permitirá eliminar la tierra y cualquier insecto que se encuentre en la hortaliza.

2.- Separar las flores del brócoli del tamaño que deseemos. Si es necesario utilizar un cuchillo para el proceso.

3.- Darle una ligera cocción durante unos minutos, bien con agua o al vapor. Es muy importante respetar este tiempo para preservar al máximo todas las vitaminas de esta verdura.

4.- Retira del fuego y enfría con abundante agua.

5.- Cuando esté frío, escúrrelos bien y ponlos en bolsas para congelador. Ciérralas y ponle una etiqueta con la fecha.

Una de las ventajas que ofrece el brócoli congelado en casa es que no necesita descongelarse previamente para poder cocinarlo. Podéis hervirlo con sal para potenciar el sabor, freírlo con un poco de mantequilla o saltearlo y añadirlo a vuestro plato de pasta preferido. Sólo es cuestión de echarle un poquito de imaginación.

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